Hoy a la distancia puedo de manera resumida identificar que desde mi infancia diferentes actos, dichos y acciones se encargaron de visibilizar mi color de piel oscura, las primeras manifestaciones se dan en los ámbitos que socializamos, en mi caso sucedió en una Escuela de Buenos Aires porque nací allá y Josefa trabajaba de empleada doméstica cama adentro en el barrio de Belgrano, pensé que al ir a una escuela de descendientes mayormente europeos se daba con más énfasis, pero creo que se puede dar en cualquier otra escuela, por ejemplo para los actos patrios los próceres eran siempre los rubios o al menos los de tez blanca, los morochos quedábamos para granaderos o papeles con escasa participación o sin letra, las vendedoras de empanadas, veleros o aguateros que tenía algún versito con rima y que se lucían en el escenario con sus producciones eran pintados con corcho quemado por ser blancos para parecerse más a los negros y negras de la época colonial que enseñaban las revistas escolares logrando adquirir simpatía y mayor aplauso del público. Siempre supe que Claudio y yo por tener tez morocha, no llegaríamos a general, además de ser ambos hijos de empleadas domésticas solteras, creo que eso también influyó a la hora de designar papeles en aquellas obras escolares, era casi imposible que nos vayan a ver actuar. En segundo grado me hicieron una despedida porque nos íbamos a vivir a Corrientes y también tengo recuerdos de ese día, porque me vi sorprendido, no estaba acostumbrado atento que cada vez que aparecía una torta en el aula era motivo de algún cumpleaños, nunca el mío ya que los cumplo en Diciembre y éste agasajo fue pasado mitad de año lo sé porque ya había pasado la Guerra de Malvinas, en esa despedida mis compañeros y compañeras como lo organizó la seño, me llevaron diferentes obsequios desde palitos chinos, cartas, algún juego didáctico, algún libro, hasta juguetes usados y algunos que le faltaban partes y estaban en malas condiciones, hubiera preferido que los últimos no se molesten, yo no recuerdo que en los cumpleaños que fuera invitado haya llevado juguetes usados de regalo.
Uno va naturalizando todas estas actitudes, justificándolas pensando que en tal o cual ámbito sucede de manera normal y debe ser así. Lo negro, lo morocho, lo pobre, ninguna de esas generalidades me eran ajenas pero sin embargo las formas en que me lo recordaban eran al menos perniciosas, aunque sea de manera sutil como una gota de agua que cayendo siempre en el mismo lugar es capaz de calar hasta una roca.
Gran parte de la sociedad cree que nuestro país únicamente se conforma de apellidos europeos y de pieles blancas sabiendo que esa condición les otorga ciertos privilegios que como tales prefiere mantenerlos, además si nosotros los oscuros lo cuestionamos se siente atacados pero si manifestamos que nosotros nos sentimos atacados somos los que nos auto discriminamos, idea al menos compleja. La historia oficial hoy está siendo interpelada desde la resistencia de los pueblos originarios que también fueron atravesados más fuertemente por diferentes intentos de exterminio siendo la mayor manifestación de discriminación y sometimiento que vivió y vive nuestro país.
En Corrientes estuvimos seis meses terminé segundo grado en una escuela rural de 27 alumnos y alumnas, no había ahí diferencias sociales, ni actos escolares con obras de teatro que marcaran discrepancias, si escuchaba mucho la palabra cambá de origen guaraní que significa mestizo expresada de manera complaciente, pero cuando surgía algún cruce de palabras por discusiones el “negro de mierda” estaba a la orden del día, asimilando una palabra que describe a un color como un insulto cargado de furia y desprecio.
Años más tarde, terminé la primaria en una escuela rural de la provincia de Santa Fe, ahí éramos más, alrededor de 100 alumnos y alumnas de primero a séptimo grado aunque eran pocos los que lograban egresar ya que la deserción escolar se iba acrecentando a medida que avanzábamos cada año, ahí conté con ciertos privilegios si se quiere, ya que tenía oportunidades que otros no tenían como el acceso a libros además de una madre que se ocupara de acompañarme en mi desempeño escolar, lo que me convertía en un alumno aplicado a diferencia de mis compañeros y compañeras con menos posibilidades, igualmente tampoco ahí pude ser un prócer para los actos patrios, también recuerdo que tenía que soportar comentarios de otro tenor respecto de mi madre por ser soltera en su ámbito de trabajo, sumado a su tez morocha, ser pobre y mujer.
En 1988 comencé la secundaria a 90 km de dónde vivíamos, así que me iba los lunes y cuando podía volvía los viernes generalmente a dedo y alguna que otra vez en bicicleta pedaleando 7 horas, las vacaciones de invierno y las de verano me quedaba a trabajar en el campo, no gastaba en pensión y era un dinero que ahorraba para comprarme algo útil que con el sueldo de cocinera de Josefa resultaba imposible. El desarraigo influye, el venir del campo influye, vivir en una pensión desde los 13 años solo influye, tener escasos recursos económicos influye, ser morocho aun cuando no era el único influye. Tengo recuerdos de la gente que me manifestaba su cariño diferenciándome de los no negros de mierda y de los negros de mente y no de piel, cuando la aclaración en realidad me provocaba más repudio.
Luego me fui a estudiar a Santa Fe, varias veces me hicieron notar que no era bienvenido en todos lados, en los boliches si llegaba a la entrada solo o entraba último en la fila varías veces no me permitieron ingresar poniendo alguna excusa, otra vez la gota de agua calando ahí, diciéndome que era solo con invitación o que no se podían entrar de zapatillas cuando mis amigos ya habían ingresado sin que les pidieran nada, recuerdo también que más de una vez en la calle la policía me paraba para pedirme el DNI o requisarme, es que parece ser que los morochos que andamos en el centro somos más sospechosos que quienes no lo son. Luego avanzada la carrera de abogacía, ya habiendo sido papá y con un grupo de compañeros de la facultad es como si me hubiera camuflado y entonces ser el Negro Lagraña no resultaba despectivo, ni inferior.
Muchas veces a lo largo de mi vida le di vueltas a la palabra, me cuestioné porque hasta eso lograron instalar, que los que teníamos que adaptarnos éramos nosotros y en realidad no es por ahí, hoy a consecuencia de lo vivido identifico con mayor facilidad las diferentes formas de discriminación tanto en los ámbitos que desarrollo mi actividad laboral como en la vida cotidiana, como sociedad nos queda mucho por recorrer, hace poco alguien me dijo: vos ya dejaste de ser aquel negrito, pobre del campo, sentí que quiso correrme de un lugar que nunca me fui, queda en tu personalidad para siempre podés negarlo o convivir con eso, yo elijo visibilizarlo para aportar a la revisión de los actos diarios, es un error pensar que el racismo o el clasismo o cualquier forma de discriminación es algo que lo tengamos que trabajar quienes lo sufrimos, los que tienen que trabajar sus prejuicios, son quienes creen que por la razón que sea son superiores al resto y no cuestionan sus privilegios ya sean éstos adquiridos o heredados. Otra cosa San Martin era mestizo con sangre originaria y el Sargento Cabral de descendencia africana y originaria, tranquilamente podría haber sido en la escuela uno de ellos.